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Happy Valley: belleza y espanto

Lo primero que impacta de esta serie es la belleza visual de ese lugar de provincias en el Reino Unido, con sus verdes montañas, sus casitas y sus calles regulares, de un encanto sencillo y agradable. A simple vista, una pequeña urbe asentada en un valle aparentemente feliz del que veremos emerger los acontecimientos más oscuros y terribles. Seguramente este contraste entre la belleza del lugar y los hechos terribles que subyacen a él es una de las causas de que la serie sea tan impactante para el espectador. La protagonista es una mujer policía de mediana edad que ha sufrido un trauma familiar que la ha marcado profundamente. No es una mujer que llame a atención por su aspecto, y esta apariencia común y corriente hace posible que se destaque el carácter extraordinario de la misma, ya que es una policía de mucho temple, fortaleza e intuiciones sólidas frente al hecho criminal. Es una policía con olfato y con ética, que sabe del oficio y que cree en su trabajo y en luchar para que la sociedad mejore. Su gran humanidad ayuda a que veamos a todos los integrantes de la serie como personas con vidas con las que podemos empatizar, y paulatinamente seremos testigos de toda la corrupción, de toda la ilegalidad, de toda la maldad que hacen vida en este valle en apariencia feliz. Nos da de lleno en la cara la ironía del título de la serie, y vamos a ver desplegarse una serie de situaciones violentas, retorcidas y escabrosas que tienen como fin último el dinero, ese gran Dios de nuestro tiempo. La serie nos proporciona un viaje intenso hacia lo más oscuro de nuestras sociedades y que acontece en el lugar del que menos nos hubiésemos imaginado estos hechos. Grandes actuaciones, un guión trepidante y una fotografía impecable, son algunos de los elementos que ponen de relieve la gran calidad de esta serie, que se disfruta sin respirar, porque la tensión va en aumento y todo va ocurriendo como en una escalera de naipes a las que das un golpe.



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